21 de agosto de 2014

La cultura del fuego

                         
A veces (muchas veces) uno necesita de cierta distancia para poder ver las cosas mas claramente. Es como estar parado frete al Guernica, de Pablo Picasso, demasiado cerca... como mucho veríamos la cabeza de la vaca, un pie o a alguno de los protagonistas del cuadro. Así, sin la distancia adecuada, nos estaríamos perdiendo el cuadro completo, junto con su intensidad y su belleza. Bueno, en cada viaje que hago siento que me alejo un poco más del cuadro, y veo cosas que antes no veía, por mas de que estuviesen ahí mismo, frente a mi nariz. Vi algo, algo cultural sobre mi tierra. Algo sobre mi gente. Vi (y sentí, más que nunca) nuestro vínculo con el fuego, y entendí, señoras y señores, que el fuego es argentino. El primer ser humano en prender un fuego era argentino y era de San Lorenzo de Almagro. Nada que hacerle. Debatan todo lo que quieran, pero es nuestro. Un argentino se junta con amigos a comer.. ¿que hace? Pende un fuego, y marche un asado. ¿Estamos de campamento? Prendemos un fuegazo!! -y tocamos la guitarra, siempre con los mismo diez temas entre los que están sin dudas "el oso", "presente" "rasguña las piedras" o alguno de a77aque-. ¿Hace frío? Prendemos un fuego. ¿Queremos tomarnos un mate en el living de nuestra casa? Prendemos un fuego. ¿Unas tostadas? Prendemos un fuego. ¿Está fría la tabla del inodoro en invierno? LA PRENDEMOS FUEGO. Para todo prendemos un fuego.
No importa si es verano y hacen 40 grados.. no, señor. Asadito dominguero, y el asador no se mueve de la parrilla. Panza al aire, carbón por todos lados, sudando la gota gorda.. pero no se mueve de al lado del fuego, como si su vida dependiese de ello. Lo cuida, lo mima, lo controla y lo alimenta. El fuego, es personal. Es como la novia de un amigo, no se toca (y la carne de la parrilla menos), y al que lo toca: tarjeta roja y a las duchas.


Una vez, estando en Uruguay con mi amigo Jorge -con un frío inaguantable de esos que te obligan a dormir con diecisiete frazadas arriba, y a la mañana tirar el jean arriba de la calefacción porque está congelado- nos decidimos a hacer unas mollejitas y un poco de asado (de las mollejas me acuerdo, de si lo otro era asado de tira u otra cosa ya no). Hacía TANTO frío, que ¿qué hicimos?.. lo más lógico en esa situación: hacer el asado en el hogar que estaba adentro de la casa, en medio del living! 

Si, somos piromaníacos, y no hay con qué darle. Nos gusta el fuego. Es parte de nuestra cultura y lo llevamos en la sangre. Lo entendemos, y lo necesitamos. No es casualidad que uno de los mejores libros argentinos de cocina (para mí el mejor) sea "LOS SIETE FUEGOS", de Francis Mallmann. Está, clarísimo que no nos alcanzaba con hacer UN fuego. Teníamos que hacer SIETE. Todo un arte. En este punto creo que tenemos mucho para enseñarles a otros países, que andan provocando incendios por no saber como se hace bien el fuego o como se lo maneja y controla. Porque no tenemos NADA que ver con esas barbacoas norteamericanas en las que usan pastillitas de carbón o gas (butano o propano). Nosotros tenemos "la posta", como decimos por allá. Parrilla de hierro, redondo o en "V". Hacemos el fuego con carbón o con madera (en general de quebracho), o ambas. Y lo hacemos sin pastillas ni cosas raras. Un papelito algunas maderitas en el medio, y a lo indio (indio con lógica, en el centro lo que se quema más rápido, y hacia afuera lo que tarda más en prender). Y no es sólo una cosa de hombres. No, señor. Las mujeres también saben prender el fuego. También saben ocuparse del asado si hace falta (y algunas también juegan al fútbol).
La primer cosa que se le enseña a un hijo después de decir mamá y papá, es a como prender el fuego (lo tercero, perdón, porque antes le enseña el nombre del equipo de fútbol).


Me parece increíble haber necesitado estar tan lejos para haber visto esto. Somos piromaniacos por naturaleza. Esta en nuestro ADN, al lado de la pelotita roja. Hay un casillero que dice "FUEGO PAL ASADO". Parece raro estar orgulloso de algo así, pero lo estoy. Es parte de mi, de mi tierra y de mi gente, como el mate, el dulce de leche o los bizcochitos de grasa. Como el locro, las empanadas y la fugazzeta rellena. Como el café con leche con TRES medialunas (ni una ni dos, TRES!). Es parte de lo que soy (y somos). 
Esto es algo "nuevo" que descubrí en mi. Y, en lo personal, creo que es lindo descubrir cosas sobre uno mismo. Realmente lindo.

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