Hasta ahora nunca había tocado el tema del gin. Sin dudas el gin es una de las bebidas alcohólicas que mas interesante me parece. Si bien de chico me desagradaba bastante, aprendí a tenerle más respeto con el pasar de los años, y sin dudas que mi actual visión de cocinero me hace ver las cosas de otra manera y apreciar cosas que antes no podría haber apreciado, como lo es la complejidad aromática que posee. También esta claro que el paladar de todos nosotros va cambiando o evolucionando con el pasar de los años, y que nuestras vivencias, recuerdos y sentimientos influyen a la hora de degustar algo, ya sea comida o bebida. En mi caso particular con el pasar del tiempo ciertas notas amargas fueron ganando terreno entre mi paleta gustativa, y ni hablar de las especias, que día a día se adueñan de mi alacena para transformarla poco a poco en una especia de mini almacén aromático. Pero bueno, no me quiero ir por las ramas (mentira, me encantaría), por lo que voy a ir al grano.. o a la yerba, mejor dicho. El tema en cuestión es el mate. El mate y el gin. Si, ambos. Hace poco me enteré de que salió un nuevo gin de la mano de Tato Giovannoni, llamado "Príncipe de los Apóstoles". Este gin tiene una base, principalmente, de yerba mate, pomelo y eucalipto. Antes de proseguir quiero aclarar que no voy a criticar el gin en cuanto a su calidad. Si es bueno, malo o más o menos, no es algo que yo este calificado para decir. Tampoco voy a decir si me gusta o no me gusta, ya que no lo probé. Tampoco voy a dar opiniones sobre Tato, ya que no lo vi nunca y no me parece correcto hablar de gente que uno no conoce.
Seguramente a esta altura se preguntaran de que corchos voy a hablar. Bueno, voy a volver a uno de los últimos tema que toqué.. el de "volver a lo nuestro". Cuando publique esa nota (si se puede llamar así), tuve la intención de compartir un sentimiento, el de revolver lo que tenemos en busca de algo propio. Sería algo así como un re descubrimiento interior o una especie de renacer gastronómico. Entonces.. ¿a que voy?. Voy al mate, señoras y señores. Sí, al mate! Porque cuando digo que hay que volver a lo nuestro no me refiero a que nos fijemos en el mate o en el dulce de leche. Se que hasta ahora muchos no van a estar de acuerdo conmigo, y se que muchos van a nombrar a mi vieja acompañada de palabras poco cariñosas por mi crítica, pero, en fin, me ABURRE que sólo se les venga el mate o el dulce de leche a la cabeza cuando piensan en Argentina. A mi me encanta comer zapallo en almíbar con crema en Güerrin después de una fugazzetta rellena y una copa de moscato, pero basta de mate!! Ya se inventaron cuarenta y siete mil (aproximadamente) recetas de pastelería con mate. ¿No tenemos otra cosa?. Claro que la tenemos, pero hay que buscar!!!
Seguramente a esta altura se preguntaran de que corchos voy a hablar. Bueno, voy a volver a uno de los últimos tema que toqué.. el de "volver a lo nuestro". Cuando publique esa nota (si se puede llamar así), tuve la intención de compartir un sentimiento, el de revolver lo que tenemos en busca de algo propio. Sería algo así como un re descubrimiento interior o una especie de renacer gastronómico. Entonces.. ¿a que voy?. Voy al mate, señoras y señores. Sí, al mate! Porque cuando digo que hay que volver a lo nuestro no me refiero a que nos fijemos en el mate o en el dulce de leche. Se que hasta ahora muchos no van a estar de acuerdo conmigo, y se que muchos van a nombrar a mi vieja acompañada de palabras poco cariñosas por mi crítica, pero, en fin, me ABURRE que sólo se les venga el mate o el dulce de leche a la cabeza cuando piensan en Argentina. A mi me encanta comer zapallo en almíbar con crema en Güerrin después de una fugazzetta rellena y una copa de moscato, pero basta de mate!! Ya se inventaron cuarenta y siete mil (aproximadamente) recetas de pastelería con mate. ¿No tenemos otra cosa?. Claro que la tenemos, pero hay que buscar!!!
Hace muchos años tuve la gran suerte de conocer al señor Rubén Martín, de brotes de Tres Arroyos. Rubén fue de lo más amable, y sin ser yo nada más que un ex alumno del IAG que recién daba sus primeros pasos por la restauración, este flor de señor (y debería de poner SEÑOR), nos invitó a tomar unos mates a mi y a mi amigo Fabrizio. Durante esa jornada nos mostró todas sus plantaciones, nos contó un montón de cosas, hablamos de jardinería y nos convido unos mates espectaculares (SÍ, MATE!). Entre una de sus anécdotas estaba la de la rúcula selvática, como se la conoce acá. Resulta que el señor Martín había comprado por catálogo semillas de una variedad de rúcula que no conocía. Al salir las plantas, él pensó que se le había colado de alguna manera un de los yuyos de Tres Arroyos, ya que lo había visto siempre por los terrenos de su casa. Al volver a plantar las semillas y estas volver a salir de la misma manera que antes, se dio cuenta de que el yuyo que el siempre había tenido por ahí, era la rúcula en cuestión! Por lo que había tirado a la basura toda una plantación de rúcula en la ocasión anterior. Imagínense la cantidad de plantas autóctonas que poseemos y de las que no tenemos idea!!!
Por eso digo que me cansa el tema del mate, y por lo mismo digo que hay que volver a lo nuestro, porque realmente no sabemos qué es lo que tenemos. Para mi es algo triste. Nuevamente quiero aprovechar este espacio para agradecerle al señor que aparece en los billetes de cien pesos, Julio Argentino Roca y a todos sus soldados, por borrar la mayor parte del patrimonio de estas tierras, y de paso decir que de argentino no tenía nada ese señor. Porque si las cosas no hubiesen pasado como pasaron, hoy, tal vez, tendríamos más contacto con nuestra tierra, y si sabríamos que productos tenemos.
Felicitaciones a Tato por su nuevo proyecto y por su gin. Ojalá esto sea sólo un punto de partida y de acá en más se vaya metiendo más y más en buscar productos autóctonos. Ojalá de acá en más muchos otros también se inspiren y empiecen a buscar lo que somos, la identidad de nuestra tierra, su personalidad, lo que la hace única, porque así como cada uno de nosotros es único, también lo es nuestra tierra. Y le debemos. Le debemos lo que nos da. Le debemos cariño, respeto y amor, así como cada persona le debe lo mismo a la tierra de donde viene.
Ojalá esto sea un despertar. Ojalá sea un nuevo comienzo. Ojalá sea mucho más y, entre mate y gin, podamos empezar a buscar un poquito más lo que tenemos dentro y lo que verdaderamente somos.
Rami, en parte esta muy bueno lo que decis, quizas lo mas importante es que la gente entienda que no solo somos dulce de leche y yerba mate..
ResponderBorrarLos cocineros tienen que salir al menos 50 km de la capital y encontrar, comprar, y manipular productos de estación y de nuestra propia tierra y clima, estos productos son los que se expresaran al maximo y daran todo en su esplendor!
abrazo!