Cuando se me ocurrió la idea de empezar a escribir y crear este blog, tuve inmediatamente que ponerme a pensar en un nombre para el mismo. Lo cual, dado como soy, no era una tarea simple. El nombre tenía que reflejar algo mio, ser parte de mi historia, por así decirlo. Tenia que representarme. Después de muchas idas y vueltas, y de buscar y buscar, recordé algo significativo..
Estaba trabajando en un restaurant de palermo como jefe de cocina del turno nocturno y se me pidió que ideara una carta nueva para la noche, así que después de ponerme manos a la obra y exprimir ideas durante una semana (tiempo que se me dió para tenerla lista), llegué, por fin, a tener lista mi propuesta. Habiendo quedado bastante feliz con el resultado de esa primera propuesta, y de charlar los platos con mi amigo y compañero de ese momento, Alejandro Feraud (jefe del turno mediodía), se la deje al dueño para que la viera y me diera el ok como para empezar a pulirla, y probar si había que hacer algunos cambios.
Al día siguiente, al llegar al trabajo, la cocina estaba vacía y en el pizarrón que teníamos vi escrito "Kill the duck, Fuck the quail". La verdad que en ese momento no lo había asociado con la carta, pero después de un tiempo, al recordar ese momento, vi que el mensaje había sido bastante claro. Al día siguiente Alejandro me contó que el dueño del restaurant no quería que estuvieran en la carta ni la codorniz, ni el pato. ¿Motivo aparente?. Él, simplemente, no quería que la carta tuviera esos dos platos. Ninguna otra razón. Tengo que decir la verdad. Me molestó muchísimo. Hubiera preferido que me hubiesen dicho de antemano "no queremos que haya esto y aquello", y así yo ya hubiese sabido para que lado apuntar.
Pasada esa etapa, puedo decir que mi carta fue, literalmente, masacrada. Primero cayeron el pato y la codorniz. Luego le siguieron el cordero, las vieiras, y así, poco a poco, fueron desmembrando mi carta hasta que no quedo absolutamente nada..
Posteriormente hubo una reunión entre Alejandro, Yamila (pastelería y compras), el dueño y yo. Aclaramos el panorama y las distintas posturas de cada uno. Charlamos, propusimos, recomendamos. Y todas mis ideas, una a una, fueron a parar a un saco roto. Resulta que el dueño quería hacer un cambio radical en las cartas. Quería hacer una carta única para el mediodía y la noche, y simplificarla. Yo no estaba para nada de acuerdo en esto, ya que tenía (y todavía mantengo) el pensamiento de que la gente que sale a comer al mediodía y la gente que lo hace a la noche, no buscan lo mismo. La gente que sale a comer al mediodía un día de semana, en general, busca una propuesta simple, sobria y medianamente rápida, porque se trata mayormente de gente que tiene que volver a trabajar. El que sale a la noche, sale a relajarse y a tomarse un tiempo diferente para poder disfrutar de ese momento. Se toma un vino, charla mas largo y tendido, disfruta de su compañía. Esta mas que dispuesta a pasar un momento de placer. A entregarse, por decirlo de alguna manera.
Entregarse o someterse. En el restaurant Mugaritz, de Andoni Luis Aduriz, en España, al comensal le esperan en el plato de sitio dos sobres al comenzar la velada. Uno con la palabra "someterse", y otro con la palabra "rebelarse". Esto tiene, a su manera, bastante sentido, y es que cuando uno sale a comer, básicamente puede hacer dos cosas. Se puede uno entregar a la propuesta que tiene en frente y disfrutarla desde una posición mas relajada, o se puede rebelar, o resistirse, y pasar la velada de una manera incomoda, llena de quejas y padecer sentado el tiempo que dure la comida.
Esto no quiere decir que si a uno lo atienden mal, o le dan una mala comida, tenga que someterse a los malos tratos o falencias del lugar y sus empleados. Para nada. En esos casos uno tiene que hacer valer sus derechos como comensal, y como cliente que esta pagando por un servicio.
Pero visto como lo propone Aduriz, no me parece mal que uno se someta. Creo que el viaje es mas placentero cuando uno esta mas predispuesto a recibir lo que venga con los brazos abiertos.
Todos en algún momento vamos a tener que decidir entre someternos o rebelarnos. Y creo, de corazón, que si para defender algo en lo que creemos tenemos que rebelarnos, que así sea.
Eso si, sin olvidarnos de someternos de vez en cuando!!
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