Si algún poder tiene la cocina aparte de hacer maravillas con nuestro paladar y nuestras pancitas, es el de transportarnos a algún lugar y momento de nuestras vidas en el que hayamos vivido algo que nos marco. Puede ser desde un momento amargo, hasta uno de felicidad plena, y con solo probar bocado vamos a estar ahí.
Yo, particularmente, tengo mas que presente en mi memoria el guiso de mondongo que hacia mi tía Toti (en realidad Toti era la tía de mi mamá, o sea, mi tia abuela). Ella preparaba especialmente ese guiso para cuando íbamos a visitarlos a ella y a mi padrino Juan Carlos con mi hermano Alejandro. Recuerdo que ese ritual se repetía cada tanto y, siempre que se daba, nosotros disfrutábamos enormemente de ese momento, del guiso (con queso rallado arriba como nos había enseñado ella), de los vasos de metal, de los aromas, del buen momento.
Yéndome mas atras en el tiempo puedo recordar el primer mango que comi. Fue en Florianopolis en unas vacaciones familiares cuando tenia unos 3 o 4 años. Ese mismo verano comí mi primera bola de fraile con crema pastelera, y también comence un romance eterno con el cajú. Que delicia!!! De solo acordarme se me hace agua la boca! También recuerdo bien a mi vecino Sergio, el cual tenia un arbol de caju y otro de guayabas. Nos pasábamos el día entero arriba de los arboles comiendo las frutas maduras!!!
Hace un par de meses vino de visita a la Argentina desde Belo Horizonte (Brasil) mi amiga Erika junto con su novio fotógrafo Leo. Resulta que se me ocurrio llevarlos a comer una buena fugazzeta rellena con moscato a Güerrin, la que a mi criterio es una de las mejores fugazzetas que probe en mi vida. La idea era llevarlos a comer algo bien Argentino, y, por sobre todas las cosas, algo que comieramos los argentinos!! Asi que era eso o un choripán en la costanera, pero finalmente gano la fugazzeta. Así que, pizza y moscato mediante, nos pusimos al corriente con Erika y Leo después de mucho tiempo sin vernos.
Tengo que decirles que mi elección no podría haber sido mejor, ya que ambos quedaron maravillados y me lo hicieron saber.
Puedo asegurarles que mas alla de las geniales fotos que saco Leo, el sabor de esa fugazzeta va a quedar grabado en la memoria de ambos para siempre.
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