Entre las cosas que se comen mucho en Europa están sin dudas los quesos. Los maravillosos quesos. Esos maravillosos quesos que de chico no podía ni ver! Los detestaba con toda mi alma. Eso si, a los ravioles les ponía queso rallado, y obviamente que si me ponían una pizza frente a mi, la liquidaba en dos segundos. El problema era que no me gustaba el queso solo.
Justamente por eso tuve una "pelea" con la hermana mayor de mi amigo Matias. Estábamos de vacaciones en Mar del Plata y me salio comentar lo anterior, mientras me comía una porción de tarta de jamón y queso (de paso piñazo aclaro que estaba riquísima). Julieta, la hermana de Mati, me dijo que estaba mal de la cabeza y que me hiciera ver por un psicólogo. Aclaro que tenia unos 13 o 14 años en ese momento, como para que se den una idea cronológica del asunto. Yo, euforicamente le decia que no era lo mismo el gusto del queso sólo, que acompañado de algo mas. Asi debimos estar unos 20 minutos discutiendo sin llegar a un acuerdo.
Ahora, muchos años después, sigo defendiendo mi postura. Y no estoy solo en la pelea. Tengo de mi lado a Remy! Remy es el ratoncito de la pelicula Rataouille (la cual recomiendo enérgicamente para los que no la vieron), y un gran chef, justamente porque detrás de Remy esta el gran Thomas Keller. Hay una escena en la película en la que Remy descubre un nuevo mundo de sabores al comer dos cosas al mismo tiempo (y una es justamente un queso!!). Esa escena representa a la perfección lo que es la cocina para mi. La magia que hay en crear un sabor nuevo. Esa cuota de alquimia que todo cocinero aplica al agregar cada ingrediente de una preparación, lo que hace único a cada plato.
Ahora, esa alquimia tiene un ingrediente mas, uno que no esta a la vista, uno mágico de verdad. El sentimiento de quien hace la magia. Es inevitable que transmitamos lo que sentimos en cada uno de los platos que hacemos. El estar enamorados, felices porque vamos a ver a un amigo que no vemos hace mucho, o por un reencuentro con algún familiar que vive lejos, o simplemente porque nos levantamos bien, va a hacer que nuestros platos tengan un bonus increíble! Así mismo puede pasar que el estar atravesando un mal momento o un día en el cual las cosas no se nos dan como esperábamos en un primer momento, causen estragos en la comida que preparamos. Si leyeron "Como agua para chocolate" saben perfectamente de que hablo. Si no lo hicieron, les voy a contar un poco sobre la historia.
Tita, la protagonista del libro, se cría prácticamente toda su infancia dentro de la cocina, de la mano de Nacha, la cocinera de la casa. Ella, a diferencia de sus dos hermanas, era una mujer sensible, apasionada, romántica y, lamentablemente, muy sufrida. Durante todo el libro vemos las idas y vueltas del amor entre Tita y Pedro, durante los cuales Tita transmite, mediante sus fabulosas comidas, sus distintos estados de animo a los comensales de turno, haciéndolos llorar, enamorarse e incluso salir corriendo en busca de un fogoso amor sin que nada los pudiera detener.
Claro que es exagerado, pero no quita que sea verdad.
Nuestros sentimientos a la hora de cocinar se van a ver reflejados, queramos o no. Así que tal vez tengamos que tomarnos unos minutos para pensar en qué queremos lograr cuando cocinamos.
Y quien sabe, tal vez un poco de compañía no venga nada mal..
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